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Cerrado para extranjeras curiosas andariegas fabuladoras
Cada ventana es una bruja nacida en deseo hacia
el otro lado siempre
y deseo de presencia en ese lado -ajeno-
tan infame este lado y extenso
el deseo del otro
Siempre colores detrás del silencio
cuando la nieve
Mirada es un fulgor sin fecha
misterio insurrecto a títulos o sellos
instante –palabra caminada- eso que ya fue
mientras escribo aunque un solo ojo se detuvo
se detuvo hace siglos y vuelve
en revelaciones fotopapel da la certeza
y la certeza de mi espejo
ver lo mirado
aunque lo nombren rincón de museo,
inodoro imposible por las aguas y el azufre,
tomate, hojas del sol, frisos, nido,
estatua inconclusa, desgajo de palma sobre
el boulevard de La Habana o aquel mago
de aquella pobre tranquera como árbol
invadida de brotes es una esquina de mi espejo
ya no es un recuerdo hubo mirada
ahora vive el ojo desnudo guacho crecido
por propia savia.
Despego rostros están detrás
siempre hubo escondites
cada máscara es la hechura de un deseo
millares multiplicados de deseos más que
personas -¡qué invaloración de tanta artesanía!-
¿será tal vez que la naturaleza de la máscara
reside en el ocultamiento del deseo?
-cuidemos la visión de bellos artificios-
Idolatradas residen en museos en todo este planeta
valen ese valor incalculable por no estar a la venta y ser
deseo cumplido de caciques príncipes reinas condes marquesas
mamma mía, traen al pensamiento la presencia
de perfiles familiares. Pero es claro:
trabajo de artesano hacer una buena máscara
cumplir con los rituales dar vida
alta función vigilar la sala donde duermen
antigüedades adoradas formas cuasi reales
-no huelen a piel ni a jabón ni a poros sudorosos-
¡ah, el valor!
realidades de apariencia ¿no son hermosas?
Perfiles de voces milenarias
dicen la luna del valle o viceversa
o la pared rugosa de un pasado
sirena invita andar descaza
sabiéndome paseante desprevenida
y caminé por una garganta de piedra
ascendí erguida sin embargo
hubo galerías como túneles hambrientos
otras, reflejos de la hora de una historia
erguida silenciosa majestad
hubo pasadizos inundados
rostros del andar
y sucedieron como esas calles necesarias
que son bellas por verdad
o desnudez
entonces el traslado hacia
una sombra o la luz
y todo comenzaba apenas
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